Porque escribir es viento fugitivo y publicar, columna arrinconada. Blas de Otero

jueves, 27 de diciembre de 2007

La conjura contra América


Hoy en el diario Público se puede leer un artículo interesante. Me refiero al amplio reportaje dedicado a Philip Roth, el autor de La conjura contra América y Goodbye, Columbus. Philip Roth es uno de esos novelistas estadounideneses que ha despotricado contra todo: contra el espejismo del "American Way of Life" y la caza de brujas de McCarthy pero también contra la comunidad judia y el movimiento "hippie". Ser un autor gruñón y deslenguado le ha valido el desprecio de unos y de otros. Pero no por ello ha dejado de ser considerado como uno de los grandes escritores estadounidenses del siglo XX, siendo además alguien que ha creado escuela y ha influido a generaciones posteriores. Autores como David Foster Wallace o Jeffrey Eugenides han crecido bajo la égida literaria de Philip Roth. ¿Cómo entender si no Las vírgenes suicidas y su crítica velada al integrismo religioso de la América profunda?. A Philip Roth, estadounidense de origen judio, le han llovido palos desde las dos orillas y ha tenido que sacudirse en más de ocasión de la mezquindad del rabino y de los delirios del creacionismo. Ambas orillas son las punta de lanza de un mundo asfixiante, sectario y peligroso.

La literatura estadounidense del siglo XX nos ha regalado grandes autores. Philip Roth es uno de ellos. También lo son J.D Salinger, John Dos Passos, Norman Mailer, Jack Kerouac o John Steinbeck. De los actuales podríamos destacar a Don Delillo y a Paul Auster. De Norman Mailer, que falleció el mes pasado, se acaba de publicar en España su novela póstuma, El castillo en el bosque, que parece llegar en un momento de pujanza de la novela de contexto histórico y en concreto sobre la Segunda Guerra Mundial y las atrocidades perpetradas por los nazis. En este sentido, El castillo en el bosque compite o no con Vida y destino de Vasili Grossman, con Europa Central de William T. Vollmann y con Las benevolas de Jonathan Litell. Éste último es el novelote que me estoy leyendo actualmente; una obra dura, cruda y descarnada. De hecho, he estado unos días enfermo y creo que la lectura de Las benevolas algo ha tenido que ver. La literatura no deja de ser un estado de ánimo.

Hoy, como me imagino que nuestras huestes habrán comprado el Público, desde esta humilde bitácora les invito a leer la reseña sobre Philip Roth y como no, a zambullirse en la obra de un autor lúcido y brillante.

Pedro Luna Antúnez.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Madrid me mata


La burguesía catalana tiene la costumbre de echarle la culpa a Madrid de todos los males que padece Cataluña. Madrid es el chivo expiatorio propicio de una burguesía sibilina, profundamente fenicia y muy victimista. Claro que cargar contra Madrid siempre vende y de paso exime de responsabilidades a nuestros empresarios y políticos que tan preocupados andan por el futuro del terruño. Cataluña sufre déficits considerables, es cierto, tanto en materia social como en infraestructuras. Por ejemplo, ahí van unas cifras que no parecen indignar a nadie: en Cataluña el 57% de la población vive con menos de 1.050 euros al mes, el 10´7% percibe unos ingresos inferiores a 450 euros mensuales y el 32% de las familias presentan serias dificultades para llegar a final de mes. Para más inri los trenes de cercanías llegan tarde o no llegan, las obras del AVE se eternizan, los socavones brotan como la mala hierba y la paciencia de los sufridos ciudadanos perece entre zanjas y el donaire de una ministra de Fomento pelín folclórica.

¿Culpa de Madrid y del estado centralista que nos roba? Yo no creo que Magdalena Álvarez sea anticatalana como algunos claman enojados, más bien la considero incapacitada para ser ministra y deudora del modelo neoliberal que el gobierno del PSOE está aplicando en la Renfe y en el sector de los transportes. Sin embargo, en el comunicado de la plataforma pel dret a decidir, la plataforma que convocó la manifestación del sábado en Barcelona, se hablaba de la “ministra española” o de los “intereses del estado centralista español” y en cambio nada se decía de la privatización de los servicios públicos o del aumento de la siniestralidad en las obras del AVE a causa de la precariedad laboral. Se reivindicaba, eso sí, el traspaso de la red de transportes, la gestión del aeropuerto y la publicación por parte del gobierno central de las balanzas fiscales. Yo recuerdo como CiU reclamó la intervención del ejército para hacer frente a los trabajadores del aeropuerto del Prat que invadieron las pistas de aterrizaje en agosto de 2006 cuando protestaban contra la externalización de las plantillas y la pérdida de derechos laborales. ¿Y estos quieren gestionar el aeropuerto del Prat? Miedo me da.

Es decir, de nuevo se sitúa el debate identitario por encima del debate social o de clase. A los del Foment del Treball, la patronal catalana, ya les viene bien que se monte un salsa rosa patriotero y casi futbolero. Más tarde pasarán cuentas, en eso son realmente buenos aunque últimamente se derrumbe el mito. Se han ahogado en las “gélidas aguas del cálculo egoísta”.

Pedro Luna Antúnez.