Porque escribir es viento fugitivo y publicar, columna arrinconada. Blas de Otero

lunes, 30 de junio de 2008

El imperio contraataca



Ayer un amigo me decía con el sarcasmo propio de los castizos que de nada les servían a los alemanes tanta fábrica, tanta industria y tanta tecnología si después eran incapaces de ganarnos una final de fútbol. Lectura muy parcial, claro, porque si a algo están acostumbrados los alemanes es a ganar finales y a doblegar las voluntades del resto de paisanajes. “Hemos venido a tomar Viena” rezaba una de las pancartas de la afición alemana en uno de los partidos de la Eurocopa. “No parar hasta conquistar” señalaba otra pancarta, en este caso de la afición española. El fútbol extrae nuestros sentimientos más primarios, a los alemanes se les viene a la cabeza la recuperación de su espacio vital y a los españoles nos devuelve la chulería y el orgullo del cristiano viejo, el ¡qué inventen ellos! de Miguel de Unamuno. Vuelven las picas y a no ponerse el sol. Aunque eso ya lo predijeron Los Nikis hace unos años.

Pedro Luna Antúnez.

sábado, 14 de junio de 2008

65 horas: la directiva de la barbarie

Malditos mercaderes, parece pensar el caballero de la mano en el pecho.

Decía un buen profesor que tuve en la facultad de Historia que tras la caída del muro de Berlín y el desplome de la Unión Soviética el sistema liberal se había propuesto recuperar la pequeña porción del pastel que por temor al avance del bloque socialista repartió entre la clase trabajadora durante la posguerra. El profesor afirmaba lo siguiente: “de una palma de cinco dedos el capital cedió un dedo a los trabajadores en forma de Estado del bienestar. Ahora quiere recuperar ese dedo”. Damos fe de ello cuando el Consejo Europeo de Ministros de Empleo acaba de aprobar una directiva que legaliza la ampliación de la jornada laboral a 60 horas semanales. En el sector de la sanidad el límite podrá llegar incluso a las 65 horas y para más inri las horas de descanso de las guardias no computarán como tiempo de trabajo. Finalmente, añadir que la directiva aprobada contempla la posibilidad de que cualquier trabajador negocie personalmente con el empresario la ampliación de su jornada sin la intervención de las organizaciones sindicales.

Como bien apunta Lluís Casas, la directiva de marras representa la ruptura del pacto social. Cierto es que no nos debería pillar por sorpresa. La nueva directiva es un salto significativo en la destrucción del Estado social pero no deja de ser heredera y fruto de la directiva Bolkenstein sobre la privatización de los servicios públicos y en especial del Libro Verde de la Comisión Europea sobre la adecuación del derecho laboral a las necesidades contractuales de las multinacionales y la aplicación de la flexiseguridad, es decir, la seguridad laboral ligada a la flexibilidad y a la ampliación de la jornada de trabajo hasta límites extenuantes. Es la ruptura del pacto social y es una vuelta atrás a un pasado que nos hace retroceder no ya a la Europa previa a la Segunda Guerra Mundial sino a los albores del siglo pasado. De hecho, el límite de las 48 horas semanales de trabajo fue establecido hace 90 años por la Organización Internacional del Trabajo. Se trata, por lo tanto, de una regresión peligrosa que no puede pasar inadvertida como si nada. No seamos indiferentes a la barbarie.

Pedro Luna Antúnez.

miércoles, 4 de junio de 2008

El mundo es así


Entre el aluvión de manifiestos por la refundación de IU observo un lugar común: todos abogan por recuperar la participación, fomentar la democracia interna, construir un modelo organizativo más transparente y superar las guerras internas que tanto daño han causado a la organización los últimos años. En definitiva, una IU más abierta, plural y participativa. En la presentación de su manifiesto Gaspar Llamazares afirmó lo siguiente: "resulta simplemente carente de crédito una organización que sólo transmite tensiones internas".

Me viene a la memoria la escena final de La Misión. En ella, el cardenal pregunta a unos traficantes de esclavos si la matanza indiscriminada contra los indios guaraníes era necesaria. Uno de ellos le responde que sí, porque el mundo es así, apostilla. A lo que el cardenal le responde: “no, nosotros lo hemos hecho así. Yo lo he hecho así”. Es decir, sí la política resulta en ocasiones desagradable y de maneras poco éticas es porque nosotros la hemos hecho así, saltándonos a la torera los estatutos o criminalizando y expulsando a los críticos. Lo demás es acordarse de Santa Bárbara cuando truena. Puro cambalache.

Pedro Luna Antúnez.