Porque escribir es viento fugitivo y publicar, columna arrinconada. Blas de Otero

martes, 9 de octubre de 2012

Cambio de agujas

El próximo 19 de octubre se reúnen los máximos órganos de dirección de CCOO y UGT. Por un lado lo hará el Consejo Confederal de CCOO y por otro el Comité Confederal de UGT. No parece ser que ambas reuniones vayan a ser meros trámites o en el caso de CCOO la cita sirva para calibrar las fuerzas de cara al proceso congresual que se acaba de abrir en el sindicato. En absoluto. No en vano se espera que ese día los sindicatos aprovechen para anunciar oficialmente la convocatoria de una huelga general. Posiblemente para el 14 de noviembre haciéndola coincidir con la huelga general en Portugal. Estamos por lo tanto ante un recrudecimiento del conflicto social en la calle y en los centros de trabajo. O mejor dicho, de una prolongación del conflicto permanente que se está librando entre quienes aplican políticas de recortes con el fin de desmantelar el Estado del bienestar y quienes se aferran no sólo a la defensa de los derechos colectivos sino que aspiran, como en el caso del movimiento 15M-25S, a un cambio de sistema.

La fecha del 14 de noviembre ofrece un par de lecturas a tener en cuenta. En primer lugar, sería la primera vez que se hace una huelga general en un marco ibérico. No es algo baladí. Ésta es una crisis sistémica que afecta por igual al conjunto de las clases trabajadoras más allá del distintivo nacional. Afecta por igual a un español que a un portugués. O a un italiano que a un griego. La ofensiva de los mercados es global. Por ello es necesario globalizar la respuesta e internacionalizar el conflicto. No hay otra opción si pretendemos tumbar políticas orquestadas desde organismos supranacionales y donde los gobiernos de los respectivos Estados no son más que meros peones en el tablero. Las élites financieras europeas y lo que eufemísticamente llamamos los mercados han seguido a pie juntillas una verdad volteriana: “Cuando se trata de dinero todos somos de la misma religión”.

La segunda lectura es de ámbito más local. Pero en cierto modo complementa a la primera en cuanto a la amplitud de miras. Si la huelga general finalmente se realiza el 14 de noviembre coincidirá con la campaña electoral catalana. En este sentido el paro podría ser un buen motivo para priorizar el debate social en lugar del mediático e inflado debate identitario. Es decir, se produciría un conveniente cambio de agujas que colocaría de nuevo el conflicto social y de clase en el epicentro de la discusión política. O al menos cabe esperar que así sea. De lo contrario en Cataluña corremos el riesgo de hacer descarrilar el tren de los derechos sociales sin apenas percatarnos de ello. Y como dijo Che Guevara, estamos obligados a insistir en lo obvio.

Pedro Luna Antúnez.

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