Porque escribir es viento fugitivo y publicar, columna arrinconada. Blas de Otero

domingo, 16 de septiembre de 2012

Mareados por el éxito

La movilización del 15S ha sido un éxito inapelable en cuanto a la asistencia. Cerca de un millón de personas se congregaron en la madrileña plaza de Colón tras haber estado la mayoría de ellas viajando toda la noche por las carreteras del país. Se ha demostrado que los sindicatos siguen manteniendo una formidable maquinaria movilizadora. Es tocar una tecla y colapsar el centro de Madrid con un millón de manifestantes. No en vano, entre CCOO y UGT suman unos dos millones y medio de afiliados. Ése es seguramente el mayor patrimonio que actualmente puedan presentar ambos sindicatos.

Pero la de ayer fue una movilización de contrastes. Entre un mar de banderas de plástico y el clamor de justicia, muy pocos se enteraron de un suceso que pasó a escasos metros: la detención de dos miembros de la Plataforma en Pie por el mero hecho de desplegar una pancarta a favor de la acción ciudadana del 25S. Detenciones que se ampliaron a cuatro tras retener la policía a dos manifestantes que sin tener vinculación con el 25S se solidarizaron con los activistas detenidos al ser testigos de tal abuso contra las libertades. Poco después se comunicó a los organizadores del 15S lo ocurrido y se les pidió informar de las detenciones en las intervenciones de los secretarios generales de CCOO y UGT. La respuesta de lo sindicatos fue que no podían hacerlo por considerar que se trataba de una llamada a la violencia y a "incendiarlo" todo.

Uno puede pensar que la negativa de los sindicatos a solidarizarse con los cuatro detenidos fue producto del despiste, el calor o por un súbito mareo producido por el enorme éxito de convocatoria. Mareados por el éxito o no, la respuesta de las direcciones de CCOO y UGT fue patética y no estuvo a la altura de las históricas organizaciones sindicales que representan. Fue la respuesta de alguien que defiende o por lo menos justifica por omisión a un sistema corrompido hasta el tuétano y a una élite político-empresarial que si la dejamos destrozará cualquier atisbo de justicia social y democracia. Incluyendo a los propios sindicatos. Por cierto, una de las detenidas que se solidarizó con los miembros de “Plataforma en Pie” es afiliada de CCOO.

Las direcciones sindicales siguen empeñadas en analizar la realidad como si nada hubiese cambiado desde 2008. Sus análisis corresponden al librillo de estilo de la socialdemocracia europea de la segunda mitad del siglo XX. Se trata de un gran legado político y teórico, sin duda. Sólo con una salvedad: ya no vivimos en un Estado del bienestar que ampara y protege a sus ciudadanos mediante una vasta estructura de servicios públicos y protección social. Han acabado con casi todo. Y en ese “casi” estamos ahora. Unos luchan por mantenerlo y otros empezarán a hacerlo cuando ya no quede nada.

Pedro Luna Antúnez.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Un baño de realidad

Hay que reconocer a CiU que son hábiles. Muy hábiles. En general, la burguesía catalana ha demostrado históricamente gran capacidad de adaptación al medio y al contexto político. Ya fuese en democracia o en plena dictadura. Aún así, ha conservado cierta pátina de derecha liberal y europea. Incluso entre la izquierda. Fue la misma izquierda la que ensalzó a CiU como la “derecha civilizada” en contraposición con la derecha española, más ruda y autoritaria. Poco importó el pasado franquista de la derecha catalana. Hoy Francesc Cambó, líder regionalista catalán durante los años veinte y treinta del siglo pasado y posterior adulador del dictador Franco, merece una estatua en el centro de Barcelona. Los fascistas siempre fueron otros.

La masiva manifestación del 11 de septiembre celebrada ayer en Barcelona es un nuevo logro de la burguesía nacionalista. No es fácil sacar a la calle a millón y medio de personas cuando por otro lado estás abocando a la pobreza a millones de ciudadanos y estás destrozando a golpe de decreto los servicios públicos más esenciales. El patriotismo y el soporte de los medios de comunicación obraron el milagro. Ayer una inmensa bandera tapó los recortes sociales del gobierno de CiU. Ese sentimiento gregario de pertenencia a la tribu del que se nutre todo nacionalismo llenó las calles de Barcelona para reclamar la creación de un nuevo Estado. Es decir, una vez más el debate sobre la cuestión nacional pasó por encima del debate social y de clase. Digamos que lo sepultó. Todo ello ante la satisfacción y la vanagloria de los Artur Mas y los Durán i Lleida.

La derecha nacionalista sabe hacer muy bien sus deberes. Su mensaje excluyente cala en la calle y ha relegado a la izquierda al papel de mera comparsa. La derecha ha vapuleado a la izquierda en su propio terreno. Lo ha logrado en un concepto tan gramsciano como el de la hegemonía cultural. La izquierda en Cataluña no es sino un espejismo de lo que fue el histórico PSUC. La idea de una república federal y el internacionalismo han caído en el olvido de una izquierda pendiente únicamente de los sondeos electorales y de la opinión pública. Es una izquierda estéril y adocenada que actúa a remolque de la derecha desoyendo e ignorando a su propia base social. A la izquierda catalana no le vendría nada mal bajar de nuevo al tajo. Le espera un baño de realidad.

Pedro Luna Antúnez.