Porque escribir es viento fugitivo y publicar, columna arrinconada. Blas de Otero

sábado, 28 de diciembre de 2013

La noche que murió Germán Coppini

La noche que murió Germán Coppini brindábamos con burbujas y sonreíamos al destino. Lo hacíamos en familia, con villancicos y coplas de fondo. Como manda la tradición. Pero corren malos tiempos para la lírica. Tampoco son buenas las noches, no lo son para las 70.000 familias que fueron desahucias en 2013 o para aquellos que esa misma noche hicieron cola en comedores sociales. Y un largo etcétera. Pero nosotros brindábamos porque era lo que tocaba. Y de golpe se nos fue Germán Coppini. Fue poco después de brindar en familia cuando me enteré de que Germán nos había dejado. Eso sí que es un golpe bajo, colega. En aquel momento pensé en sus inicios. Cuando empezó en Siniestro Total y Vigo sufría un elevado desempleo a causa de la reconversión del Sector Naval. Eran años duros para la clase obrera. Como los que vivió Gran Bretaña cuando surgieron Sex Pistols y The Clash. Como el gris Manchester de Joy Division y The Smiths. Germán Coppini se ha ido en unos años iguales de duros, sin Solchagas ni Thatcherismos pero con la misma angustia y falta de horizontes. Sin futuro ni perspectivas. Acabaron los brindis en familia y bajé a la calle. No quise mirar a los ojos de la gente; dan miedo y mienten siempre. Caminé con la mirada perdida y ausente, como quien ve a un espectro. Como si me hubiese encontrado con la Santa Compaña. Ya en casa leí unas líneas sobre el último concierto de los Pistols: el día de Navidad de 1977 en Huddelsfield, norte de Inglaterra. El concierto lo hizo el grupo en apoyo a las familias de los bomberos en huelga. En solidaridad con sus hijos, quienes recibieron regalos de manos de Johnny Rotten y compañía. Volví a pensar en Germán Coppini. Escuché algunas canciones y leí las palabras de un amigo de Germán que recordaba las noches que compartieron en los bares de Vigo. Eran otros tiempos. O quizás no. Luego cogí mi mejor Whisky y me tomé una copa en memoria del gran Germán Coppini.

Pedro Luna Antúnez.

martes, 24 de diciembre de 2013

La reforma del aborto

Bilbao, 26 de octubre de 1979: tres mil personas se manifiestan frente a la Audiencia Provincial de Bilbao. Ese día juzgaban a once mujeres acusadas de prácticas abortivas y a las que la Fiscalía pedía doce años de cárcel. Las acusadas eran de clase trabajadora y residían la mayoría de ellas en Basauri. Madres de familias numerosas, su situación económica era muy precaria y estaban en el paro; no sólo ellas sino también sus maridos. Fueron condenadas por abortar. Sin embargo, su caso hizo que el movimiento feminista impulsara una campaña en todo el país en solidaridad con “las once de Bilbao”. La presión social provocó que finalmente en 1983 las acusadas fueran indultadas al considerarse como un atenuante la frágil situación social y familiar de aquellas mujeres.

El proceso contra las once mujeres de Bilbao sirvió para colocar en el debate político un tema tabú hasta entonces como era el del aborto. Dos años después del indulto, el PSOE aprobó la primera ley del aborto desde 1936. No obstante, la ley de 1985 sólo despenalizó al aborto en tres supuestos: riesgo grave para la salud de la embarazada, violación y malformaciones en el feto. Fuera de estos tres supuestos, la ley contemplaba penas de seis años de cárcel para las mujeres que abortasen. Tuvieron que pasar 25 años para que se aprobase en 2010 una ley de acuerdo con los criterios establecidos por la Organización Mundial de la Salud. La ley permitía a la mujer poder abortar durante las primeras catorce semanas de embarazo. Por primera vez, exceptuando un breve periodo durante la Segunda República, se dejaba en manos de la mujer poder decidir libremente sobre su cuerpo.

La reforma del aborto aprobada por el Partido Popular hace unos días es un retorno a las catacumbas. Ni siquiera se recupera la ley de 1985 como así ha expresado la propaganda institucional. La ley de Gallardón endurece la de 1985, ya de por sí restrictiva. Es volver a 1979 y a los procesos judiciales de Bilbao. Es la criminilización de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer; y es una ley que nace cubierta de sangre. De la sangre de los abortos que se realizarán de manera clandestina. Porque prohibir el aborto es invisibilizarlo. Pero miles de mujeres seguirán abortando por necesidad. Algunas podrán hacerlo en un país donde sea legal pero no todas tendrán esa oportunidad. Las que aborten ilegalmente se jugarán la vida. Sólo un dato: en 1976 un total de 300.000 mujeres abortaron clandestinamente en España. 3.000 de ellas murieron.

Pedro Luna Antúnez.

martes, 17 de diciembre de 2013

El PAHtio: Nuevo centro social en Hospitalet

Artículo publicado en Tercera Información.

Si algo nos ha demostrado el sistema en los últimos años es que la legalidad no siempre es sinónimo de legitimidad. De hecho, vivimos tiempos en los que raras veces la legalidad es legítima. No lo es cuando nace de un régimen que ha emprendido una guerra sin cuartel contra al pueblo sirviéndose de un aparato judicial, económico y político orientado a proteger los intereses de una élite frente al interés de la mayoría de la población. Frente a esa realidad la legitimidad sólo se puede expresar a través de una vía: la desobediencia civil. Y es esa vía la que están explorando colectivos como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) así como movimientos sociales de base. En este sentido, la liberación de espacios en desuso, ya sean de titularidad pública o privada, es una de las acciones que se están llevando a cabo con mayor celeridad. Por necesidad y como respuesta a la desidia de la administración.

El pasado sábado la PAH de Hospitalet de Llobregat conjuntamente con la asamblea local del 15M y el colectivo de “Iaioflautas” ocuparon una guardería pública abandonada desde hace dos años y medio. Después de siete meses esperando una entrevista con la alcaldesa Núria Marín (PSC), la iniciativa de la PAH surge de la necesidad de dotarse de un espacio común para crear redes de apoyo mutuo entre los movimientos sociales de la ciudad y con la finalidad de atender y de cubrir las necesidades más básicas de personas en riesgo de exclusión social, un sector de población cada vez mayor en una ciudad como Hospitalet azotada por el desempleo y los desahucios. Por ejemplo, el espacio liberado servirá como centro de recogida de comida y ropa para familias desprotegidas.

La ceguera de la administración se puso una vez más de manifiesto en la visita del concejal del distrito al nuevo espacio liberado al emplazar a los colectivos allí presentes a utilizar las herramientas del sistema. Del mismo sistema que crea las desigualdades y que aboca a la miseria a amplias capas de la ciudadanía. Es por ello que frente a una clase política que sigue viviendo en una burbuja, unos sindicatos desacreditados y una izquierda política obsesionada con los sondeos electorales, la movilización social no la están protagonizando estos últimos sino miles de personas anónimas que se están organizando a pie de calle en los barrios más castigados por la crisis. Como las personas que de manera desinteresada y solidaria están haciendo guardia cada noche para preservar un nuevo centro social en un barrio como el de Pubilla Casas de Hospitalet.

Un nuevo espacio liberado ha nacido en Hospitalet. Se llama el PAHtio y ha llegado para quedarse. Curiosamente, ese mismo espacio fue ocupado en 1984 por la Asamblea de parados y paradas de la ciudad. Treinta años después la historia se repite. Y se repite porque hoy como ayer la opresión y las injusticias son las mismas. Es el resultado de un régimen que ha derivado en una estafa pseudodemocrática y que ya sólo se sustenta bajo los pilares de la represión. Esa represión que recurre al miedo para desmovilizar y amordazar a la población. Ignoran que cada vez hay más gente que, a pesar de las multas y de las nuevas leyes de seguridad ciudadana, han perdido el miedo. El día que seamos mayoría seremos imparables.

Pedro Luna Antúnez.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Una derrota quijotesca

“Lo tuyo es una derrota quijotesca” respondió sin titubear un compañero de trabajo segundos después de anunciarle mi dimisión como miembro del Comité de Empresa. Hasta ese momento yo no había contemplado mi renuncia sindical como una derrota, y menos aún quijotesca, pero reconozco que sus palabras me reconfortaron. Es de agradecer ser visto como un idealista después de haber dedicado casi diez años de mi vida al sindicato. Derrotado o no, las ideas permanecen.

Renuncio y doy un paso atrás tras un periodo de reflexión serena y autocrítica. No me arrepiento de nada. Sin embargo, diez años dan para mucho y posiblemente haya cometido más errores que aciertos. Asumir esos errores fue el primer paso. El segundo y definitivo paso fue llegar a la conclusión de que no podía seguir siendo rehén de mis propias contradicciones. Es por ello que el 1 de enero de 2014 dejaré de ser sindicalista de Comisiones Obreras. A partir de ahora priorizaré otros frentes de lucha. Corren tiempos difíciles para la clase trabajadora y en ocasiones la revolución ha de empezar por uno mismo.

Creo haber tomado una decisión consecuente y sé que quienes me conocen la entenderán. Quizás porque algunos de ellos la esperasen desde hace tiempo. Otros simplemente no entenderán la decisión. A todos ellos, decirles que no abandono. Que nos veremos en las calles, en las asambleas y en las plazas. Y lo haré a la manera machadiana: ligero de equipaje y con la conciencia a salvo.

Pedro Luna Antúnez.